El desastre demográfico en América durante el siglo XVI: un análisis causal
El presente artículo tiene fin de otorgar un adecuado entendimiento de las causas del dramático descenso demográfico de la población amerindia a lo largo del siglo XVI, con base en estudios historiográficos y estadísticos rigurosos. Sin tener el propósito de pretender zanjar definitivamente este problemático asunto historiográfico, se realizará una breve compilación de los criterios más relevantes en el marco de las investigaciones realizadas al efecto. Para ello, se utilizará el estudio que el experto en demografía histórica, Mássimo Livi Bacci, escribió para la Revista de Indias, intitulado Las múltiples causas de la catástrofe: Consideraciones teóricas y empíricas; así también, el texto de Carlos Assadourian, La Despoblación indígena en Perú y la Nueva España durante el Siglo XVI y la formación de la Economía Colonial. Ambas obras serán utilizadas, sobre todo, por su carácter recopilatorio de los principales historiadores y estudiosos que se han dedicado a esta compleja temática, así como por las novedosas propuestas que postulan.
El punto que debe esclarecerse
preliminarmente es que la despoblación no fue un fenómeno homogéneo, ni
territorial ni temporalmente, razón por la cual, una explicación monocausal
nunca será suficiente para explicarla en su integridad. Existe un error común,
de aficionados con ideologías de izquierda o de tendencia indigenista, a imputar
los sucesos acaecidos en las Antillas -en un primer impacto sin la legislación
de protección a los indígenas que luego se promulgó- a lo ocurrido posteriormente
en tierra firme, tanto en Mesoamérica como en los Andes, cuya conquista se
produjo después de la promulgación de las Leyes de Burgos (1512) y se alargó
hasta la plena vigencia de las Leyes Nuevas (1542). Por supuesto que, sin
ignorar los abusos al margen de la Ley, la vigencia de estas normas garantizó
un tratamiento más humanitario -aún en acciones de guerra- que aquel
tratamiento que recibieron los indios del Caribe, cuando ninguna de estas leyes
se había promulgado; y esto incide también en el estudio del descenso
demográfico. Por lo tanto se debe aclarar, pertinentemente, que el
despoblamiento no fue el mismo en el Caribe que en Mesoamérica, el norte de
Sudamérica o en el Tahuantinsuyo. Es un equívoco mayúsculo utilizar las
denuncias y descripciones de abusos sistemáticos en Cuba o la Hispaniola, para pretender describir las causas del descenso
demográfico en tierra firme. Así también, es un craso error considerar que
tales acciones perduraron durante trescientos años, cuando difícilmente puede
hablarse que superasen la media centuria.
Existe un presupuesto innegable
consistente en la catástrofe demográfica de indígenas del Nuevo Mundo en el
siglo posterior al “descubrimiento”. Si bien el contacto europeo pacífico o
violento es el causante de este desastre demográfico (desde Las Casas y Oviedo,
ningún historiador o cronista la niega), los números son muy discutibles. Hay
un desconocimiento de la cantidad exacta de población indígena a la llegada de
los europeos, habiendo solo hipótesis especulativas que varían desde 8,4
millones (Kroeber) hasta 112,6 millones (Dobyns). Estas diferencias numéricas
muchas veces tienen que ver con las
causas estimadas o con el enfoque historiográfico utilizado. Usualmente, las
posturas más indigenistas han procurado exagerar los números para magnificar la
dimensión de las pérdidas humanas con la conquista española; mientras que las
posiciones historiográfica hispanistas buscaron un mayor realismo que las
millonarias cifras emergentes de una lectura literal (sin tomar en cuenta
amplificaciones retóricas) de los cronistas religiosos de la época. Sin
embargo, según la tesis principal que postula Bacci, estas tendencias tendrían
que invertirse, dado que el efecto peyorativo de la ocupación española tendería
a ser más agudo en cuanto menor hubiese sido la población a su llegada, y
viceversa.
Por su parte, Assadourian coloca
como presupuesto la existencia de sociedades prehispánicas densamente pobladas,
refiriéndose a Perú y México. Al respecto cabría aclarar que esta densidad
poblacional sí encaja para Mesoamérica, mientras que, en el caso del
Tahuantinsuyo -con excepción de Cuzco- no existían grandes aglomeraciones
humanas, tendiendo más bien hacia la dispersión de las comunidades. Es este el
motivo principal por que las epidemias golpearon en mayor proporción y con
mayor dramatismo en el Reino de Nueva España, mientras que en el Reino del Perú
el impacto, sin dejar de ser catastrófico, fue muy inferior.
Actualmente la historiografía
oficial acepta, con pocas excepciones, la tesis propuesta por Vellard en 1956,
que alcanzó total aceptación con Borah en 1962, la cual consiste en la
afirmación según la cual, las epidemias fueron la principal –o la
única- causa del desastre demográfico indígena del siglo XVI. En
palabras de dicho autor, se produjo un primer impacto muy brusco entre 1520 y
1550, el cual afectó con mayor intensidad las zonas costeras y fue más leve en
tierras del interior o zonas altas; siempre hablando con respecto a la América
continental.
Anteriormente, se consideraban
más las causas descritas por cronistas religiosos de la época, críticos con la
conquista -como Montesinos o De las Casas-, quienes hicieron referencia a los
grandes daños y muertes causados por las guerras de conquista y por la
codiciosa explotación de minerales, para la que se utilizaba mano de obra
indígena sin contemplación ni límite. Los enormes números de muertos que
afirmaron, sin embargo, carecen de total realismo… debe entenderse su
propósito. Cuando estos religiosos iniciaron una campaña de denuncias orales y
escritas contra la conquista y ocupación española en el nuevo mundo, tenían la
intención de desprestigiar a los
conquistadores y de horrorizar al
monarca, a los funcionarios reales y a la población general de la península, en
procura de obtener reacciones inmediatas y firmes por parte de la corona. No es
de extrañar, por tanto, que incurriesen en multitud de exageraciones. Cuando se estudian fuentes primarias debe
interpretarse el propósito del autor, caso contrario hay el riesgo de caer en
la trampa de tomar tales datos con absoluta certeza, como si tales cronistas
fueran historiadores contemporáneos con exposición de datos precisos.
Los gigantescos números del
despoblamiento americano desdicen las hipótesis simplistas expuestas en parte
por dichos cronistas y tomadas como bandera por las facciones indigenistas
actuales. Ni las guerras, ni la explotación laboral podrían explicar tales
cantidades de pérdidas humanas en tan poco tiempo. La causa principal -en un
muy alto porcentaje- de este despoblamiento fueron las epidemias, sin duda. Según
Assadourian, en el Reino del Perú las epidemias más letales habrían tenido los
siguientes lapsos de aparición:
- Influenza y viruela, entre 1558 y 1560;
- Viruela y sarampión, entre 1585 y 1591.
- Sarampión, entre 1562 y 1564;
- Matlazahuatl o tifus, entre 1576 y 1579;
- Sarampión y tosferina, entre 1592 y 1593;
- Sarampión y Paperas, entre 1595 y 1597.
No obstante, ambos autores se
resisten a una interpretación tan monocausal, inclinándose a escudriñar otros
elementos que, en relación con la causa principal de las epidemias, también
tuvieron un rol importante en el desastre demográfico de la población amerindia
a lo largo del siglo XVI.
Bacci, por un lado, menciona el
criterio historiográfico dominante y ya conocido, por el que se considera a las
epidemias como la principal y casi exclusiva causa de este desastre
demográfico, sobre la premisa de que “los conquistadores eran demasiado pocos
como para que sus crímenes causaran un real impacto en la población local”. Por
otro lado, sin embargo, Bacci crítica esta versión monocausal y procura añadir
otros elementos que, sin excluirla de su rol determinante, ayudan a entender
este fenómeno de modo mucho más amplio. Específicamente, Bacci propone que,
además de las epidemias, dos factores principales que explicarían el descenso
demográfico: el efecto del desplazamiento y el efecto de la sustracción de
producción de riqueza. Para ser causas parciales del desastre
demográfico, ambos factores deben ser entendidos como dependientes o altamente
relacionados a las epidemias, al simplemente agravar el efecto de las mismas.
Sin embargo, además de este aspecto, Bacci se concentra en el efecto de estos
factores sobre el descenso de reproducción. Por tanto, explica el desastre
demográfico, no solo por las mortandades, sino por la falta de reproducción de
los indios, a causa del desplazamiento (separación de familias) y a causa de la
sustracción de su riqueza.
Análogo discurso, pero con menor
especificidad, es desarrollado por Assadourian quien señala que se debe
considerar la migración en dicho descenso demográfico. Tanto la huida de indios
para evitar la tributación o los trabajos, como las relocalizaciones de indios
para la explotación de minerales, pueden sostenerse como causa de descenso en
el nivel de reproducción a causa de la destrucción de núcleos familiares.
Asimismo, llama a considerar las diferencias en la mortandad en cuando a edad,
género y territorio. Sin duda, el sector poblacional más afectado por el
descenso demográfico fue el de los hombres adultos, llegando a alcanzar un
porcentaje de mortandad entre el 60 y 75%. Finalmente, hace referencia a la -poco
mencionada- resistencia masculina a contraer matrimonio para no ingresar en el
grupo tributario, lo cual obviamente incidió en la disminución de la
reproducción étnica indígena. En este
sentido, siempre según dicho autor, se debe reflexionar sobre la relación entre
las variables demográfica y económica, bajo el entendido de que la implantación
de un nuevo sistema económico habría causado una serie de trastornos en la
cotidianeidad, las familias y la actividad social, lo cuales, en última
instancia habrían afectado peyorativamente al tamaño poblacional, sobre todo en
el descenso de la reproducción. Se debe contrastar este criterio con el
evidente impacto que el descenso demográfico tenía sobre el aspecto económico,
produciéndose un problema de multicoliniealidad, es decir, alta correlación
entre variables explicativas. Tal como lo especifica Borah, las mortandades
causadas por las epidemias obligaban a reorganizar la base de la producción de
alimentos y las formas de obtención de mano de obra. No se debe olvidar que uno
de los capítulos más célebres y encomiables de la administración de la corona
hispánica, como lo fue el conjunto de Reformas Toledanas, fue gestado
principalmente a causa de que el anteriormente vigente sistema económico,
laboral e impositivo, no podía mantenerse con una población que había
decrecido.
Es pertinente volver a la
interesantísima tesis central de Bacci:
-
Cuanto mayor es la estimación del número de
indios, mayor tuvo que ser su mortalidad en los años posteriores a la
conquista, por tanto, habría una cuasi monocausalidad no humana sino
epidemiológica.
Por el contrario, una población mucho menor
habría sentido en mayor medida el impacto del arribo europeo, como consecuencia
de acciones humanas, como el cambio en el sistema de trabajo y de vida, las
arbitrariedades y los abusos.
Evidentemente, para números muy
elevados de muertos, la acción de los conquistadores se hace ínfima. La
interpretación historiográfica mayoritaria es que las armas de los
conquistadores y de los indios colaboradores, los abusos perpetrados y el nuevo
sistema de vida y de trabajo, no pueden explicar un descenso tan grande y
dramático de la población. Una epidemia, en cambio, puede –en palabras de
Bacci- “eliminar de un plumazo” a la mitad de la población, y la siguiente
epidemia, de otro plumazo, a la mitad de la mitad que había quedado.
Para esta afirmación,
el experto en demografía histórica se sustenta en la siguiente fórmula:
Qp = [(Nc * k * S) +
(sNi * S)] / Ni * P [1]
Donde:
Qp = Proporción de recursos
absorbidos
(Ni * P) = producto total
Nc = población de los
conquistadores.
Ni = población indígena
sNi= población de soporte que
garantiza la subsistencia de los conquistadores = (Nc * k * S) / P).
nsNi = Ni – sNi = población de no
soporte.
S = cantidad de recursos per
cápita para la supervivencia de los nativos = 1.
k * S = cantidad de recursos per
cápita para la supervivencia de los conquistadores > 1.
P = producto per cápita de la
población indígena (el de los españoles es cero);
a = proporción del producto per
cápita destinada a su propia subsistencia. En las economías de subsistencia
dicha proporción = 1.
1-a = excedente destinado a las
reservas o a la acumulación.
P * a = S.
Es notorio que, en esta fórmula,
Bacci incluye los dos conceptos, propuestos por él, como agravantes del
desastre demográfico; el efecto sustracción y el efecto desplazamiento. La
incidencia de ambos efectos en el descenso poblacional, es justamente calculada
por la fórmula propuesta con asombrosa claridad. Sin embargo, previamente es
necesario aclarar conceptualmente ambos efectos.
El efecto sustracción consiste en considerar la confiscación del trabajo y de
la capacidad de subsistencia de los indios, por parte los conquistadores e
inmigrantes españoles, como causal adicional del descenso poblacional. Esta
causalidad depende de la naturaleza de las sociedades conquistadas: si son
sociedades pequeñas y primitivas que no generan excedentes y no producen más
allá de lo necesario para su subsistencia, la presencia del conquistador español
o portugués, que les exige alimentos y servicios, les privaría de recursos
destinados a la subsistencia, por lo que muchos de sus miembros no
sobrevivirían. Si, por el contrario, se trata de sociedades desarrolladas y
estatizadas, capaces de generar gran cantidad de excedentes, recaudar impuestos
y realizar obras públicas, el consumo de bienes y servicios por los europeos no
afectaría en nada a la supervivencia de los naturales, afectando a una pequeña parte
de los excedentes.
Como es claro y evidente, el
primer caso es propio de lo acaecido en el Caribe y las Antillas, mientras que
el segundo es correspondiente con lo ocurrido en la conquista de los imperios
Mexica e Inca. Cuanto mayor fuera la población indígena, menor el peso de la confiscación o sustracción. Así también, los primeros años de ocupación, el efecto
de la confiscación fue mucho mayor porque los europeos carecían de una
capacidad de producción propia. En las sociedades de subsistencia, la
confiscación de mano de obra, para el trabajo en minas y el servicio doméstico,
tenía efecto dominó, siendo que la producción de alimentos debía cubrir además el
consumo de los indios no ocupados en producirlos. Por el contrario, la misma
confiscación de mano de obra no afectaba el nivel de vida de los indígenas en
sociedades con altos excedentes económicos y con una estructura de producción
ya establecida, como es el caso de Mesoamérica y el Tahuantinsuyo.
Por otro lado, se considera el
efecto de desplazamiento, que se
produjo con los sistemas de producción y explotación de recursos humanos,
denominados repartimiento y encomienda. El trabajo en las minas, la
concentración en aldeas, las migraciones forzadas y la eliminación de los
cultivos tradicionales para grandes plantaciones, habrían alterado el
equilibrio de las comunidades indígenas. Estos procesos debilitarían la capacidad de defensa de las comunidades.
Según Bacci, el desplazamiento contribuye a la mortalidad, pues, las
migraciones causan hambre, la población se debilita por los trabajos en el
campo o en la mina y se hace más débil frente a las enfermedades. Asimismo, se
debe considerar que las epidemias se propagaron más por la concentración de
indios en aldeas que fue requerida por el nuevo sistema. Estos traslados habrían
destruido las redes de apoyo y solidaridad, y afectado negativamente en la
natalidad. Del mismo modo que en el anterior factor, en los grandes aglomerados
de población indígena, el efecto del desplazamiento fue mínimo en el despoblamiento,
mientras que en los lugares donde la proporción europeo-nativo era mayor, dicho
efecto fue muy relevante. Es historiográficamente y documentalmente verificable
que el efecto más peyorativo de los desplazamientos se hizo patente en las
islas del Caribe, donde las sociedades eran más primitivas y no tenían
aglomeraciones humanas. En Mesoamérica, por el contrario, ya existiendo enormes
aglomeraciones urbanas, grandes mercados y un flujo comercial en gran escala,
el impacto de las epidemias no requirió de ningún desplazamiento de indios para
hacerse amargamente presente.
Queda claro, por tanto, que el
impacto de la sustracción y del desplazamiento, solo es considerable en las
áreas con sociedades poco avanzadas y no estatizadas, como es el caso de las
islas del Caribe, el norte de Sudamérica y sí, también se puede incluir a
Brasil. Al ser sociedades sin una gran densidad poblacional, el desastre
demográfico causado por las epidemias, agravado con la sustracción y el
desplazamiento, fue prácticamente irreversible; resultado de esto es que, en
dichas áreas, la mano de obra haya tenido que ser mayoritariamente sustituida
por los esclavos africanos. Los casos del Tahuantinsuyo y del imperio Mexica
son más bien distintos. La magnitud de dichas sociedades ya estatizadas,
organizadas y capaces de generar grandes excedentes económicos para el lujo de
sus gobernantes, impidió que existiese un impacto peyorativo real, de la
conquista española, sobre su consumo, su calidad de vida y sus relaciones económicas y sociales. Ya
existiendo complejos sistemas de explotación de recursos naturales y humanos en
dichos imperios, la llegada y conquista de los españoles solo implicó un cambio
de señores que se aprovechasen de los amplios excedentes producidos. Las
terribles epidemias, no obstante, disminuyeron igualmente la población, por lo
que hacia la segunda mitad del Siglo XVI, se empezaron modificar estos sistemas
de producción y explotación.
Haciendo uso de la señalada
fórmula se puede realizar una demostración de las afirmaciones sostenidas, para
lo cual se pueden utilizar ejemplos puntuales:
En el caso de la isla “La Hispaniola”, el gobernador Ovando llegó a la isla en 1502 con un séquito de 2.500 españoles que se sumaron a unos cientos ya establecidos. La cantidad de españoles ascendería a 3.000 (NC), mientras que la de la población nativa -disminuida a la mitad por la epidemia- sería de 150.000 (Ni). Se puede suponer que cada europeo consumía, en promedio, tres veces lo que un indígena (k*S = 3). Además se debe tomar en cuenta la sustracción del consumo indígena dirigido a indígenas que trabajan en la mina. La sustracción al consumo, sin considerar este último aspecto, alcanza a 12,8 %, siendo grave. Pero considerando este aspecto, tal sustracción llega a 35,9 %, siendo ya insoportable. Sin embargo, si es que se toman como ciertas las hipótesis que colocan hasta 10 veces más indígenas en La Hispaniola, el impacto de la confiscación se hace mucho menor y no habría afectado la supervivencia.
El descenso demográfico en “La Hispaniola” es un tema con mucho debate. Las estimaciones poblacionales van desde un mínimo de 60.000 a un máximo de 8 millones, más de 133 veces. Bacci recurre a vías alternativas para calcular la población: Valora la capacidad de alojamiento de la isla (superficie cultivada, rendimiento) para fijar un tope máximo de población; analiza la organización poblacional, en grupos de algunos cientos en torno a una aldea, bajo un cacique, y calcula el número de grupos a partir del número de caciques en el repartimiento de Alburquerque de 1514 (362 caciques registrados); valora el tributo en oro impuesto por Colón en 1495-96 y el trabajo en las minas donde trabajaba una tercera parte de los varones. Bajo este cálculo, la población al momento del contacto es muy inferior a las cifras millonarias usualmente manejadas; el número estaría entre 200.000 y 300.000 habitantes. Para 1508, cuando llegó Pasamonte -tesorero del Rey-, quedaban 60.000 indios. En 1510, el Repartimiento ordenado por Diego Colón contabilizó menos de 34.000, y en 1514, el Repartimiento de Alburquerque contabilizó poco más de 26.000 indios. Por último, tras la epidemia de viruela de 1518-19 quedaron algunos miles.
En el caso de Mesoamérica la situación es muy distinta al haber sociedades desarrolladas y generadoras de grandes excedentes. Para 1570 la población europea y mestiza ascendería a 20.000, mientras que la población indígena sería de 3,3 millones. Tomando en cuenta que cada español consume 3 veces lo que un indígena, el impacto sería de -0,218, lo que quiere decir que la presencia española no afectó en la supervivencia sino solamente en los excedentes. Por tanto, el impacto en la supervivencia indígena de la ocupación hispánica es cero. Incluso, bajo la hipótesis de que no hubieran excedentes, el impacto sobre la supervivencia llegaría a 0,037, siendo verdaderamente ínfimo. Por tanto, en Mesoamérica se debe buscar obligatoriamente la causal epidemiológica para explicar el descenso poblacional.
Sin duda, pueden añadirse otros elementos que afectaron la demografía indígena durante el siglo XVI. En este sentido, Bacci trae a colación un aspecto que la historiografía tradicional no ha tomado en cuenta. Se ha entendido el descenso poblacional como resultado de múltiples fallecimientos, ignorando que este desastre demográfico también pudo tener causales prenatales que impedían la reproducción indígena. En términos de éste experto en demografía histórica, se puede hablar de “confiscación del potencial reproductor” o “confiscación de la demografía indígena”. Esto se refiere mayormente al traslado de mujeres indígenas a centros europeos para su mezcla, generándose una sustracción de demografía indígena. Este factor no genera propiamente un descenso poblacional en general, sino un descenso de la población indígena en particular, en favor del tan extendido mestizaje. También se refiere al traslado de indios varones a la mina, como causa de impedimento para contraer matrimonio y tener hijos. Como es de suponerse, esto permitía la disponibilidad de mujeres indígenas para la reproducción con los conquistadores, en favor del mestizaje. Finalmente puede hacerse referencia al impacto ambiental derivado de la llegada de los españoles. Los conquistadores introdujeron ganado bovino y porcino, así como diversos cultivos como la caña de azúcar y el trigo. Las superficies selváticas fueron rápidamente afectadas en beneficio de campos de pasto y grandes campos de cultivo. Usualmente se ignora el gran impacto ambiental que esto implicó, pudiendo ser un factor importante en el debilitamiento de las condiciones de vida de los indígenas al afectar su estilo de vida.
En el caso de la isla “La Hispaniola”, el gobernador Ovando llegó a la isla en 1502 con un séquito de 2.500 españoles que se sumaron a unos cientos ya establecidos. La cantidad de españoles ascendería a 3.000 (NC), mientras que la de la población nativa -disminuida a la mitad por la epidemia- sería de 150.000 (Ni). Se puede suponer que cada europeo consumía, en promedio, tres veces lo que un indígena (k*S = 3). Además se debe tomar en cuenta la sustracción del consumo indígena dirigido a indígenas que trabajan en la mina. La sustracción al consumo, sin considerar este último aspecto, alcanza a 12,8 %, siendo grave. Pero considerando este aspecto, tal sustracción llega a 35,9 %, siendo ya insoportable. Sin embargo, si es que se toman como ciertas las hipótesis que colocan hasta 10 veces más indígenas en La Hispaniola, el impacto de la confiscación se hace mucho menor y no habría afectado la supervivencia.
El descenso demográfico en “La Hispaniola” es un tema con mucho debate. Las estimaciones poblacionales van desde un mínimo de 60.000 a un máximo de 8 millones, más de 133 veces. Bacci recurre a vías alternativas para calcular la población: Valora la capacidad de alojamiento de la isla (superficie cultivada, rendimiento) para fijar un tope máximo de población; analiza la organización poblacional, en grupos de algunos cientos en torno a una aldea, bajo un cacique, y calcula el número de grupos a partir del número de caciques en el repartimiento de Alburquerque de 1514 (362 caciques registrados); valora el tributo en oro impuesto por Colón en 1495-96 y el trabajo en las minas donde trabajaba una tercera parte de los varones. Bajo este cálculo, la población al momento del contacto es muy inferior a las cifras millonarias usualmente manejadas; el número estaría entre 200.000 y 300.000 habitantes. Para 1508, cuando llegó Pasamonte -tesorero del Rey-, quedaban 60.000 indios. En 1510, el Repartimiento ordenado por Diego Colón contabilizó menos de 34.000, y en 1514, el Repartimiento de Alburquerque contabilizó poco más de 26.000 indios. Por último, tras la epidemia de viruela de 1518-19 quedaron algunos miles.
En el caso de Mesoamérica la situación es muy distinta al haber sociedades desarrolladas y generadoras de grandes excedentes. Para 1570 la población europea y mestiza ascendería a 20.000, mientras que la población indígena sería de 3,3 millones. Tomando en cuenta que cada español consume 3 veces lo que un indígena, el impacto sería de -0,218, lo que quiere decir que la presencia española no afectó en la supervivencia sino solamente en los excedentes. Por tanto, el impacto en la supervivencia indígena de la ocupación hispánica es cero. Incluso, bajo la hipótesis de que no hubieran excedentes, el impacto sobre la supervivencia llegaría a 0,037, siendo verdaderamente ínfimo. Por tanto, en Mesoamérica se debe buscar obligatoriamente la causal epidemiológica para explicar el descenso poblacional.
Sin duda, pueden añadirse otros elementos que afectaron la demografía indígena durante el siglo XVI. En este sentido, Bacci trae a colación un aspecto que la historiografía tradicional no ha tomado en cuenta. Se ha entendido el descenso poblacional como resultado de múltiples fallecimientos, ignorando que este desastre demográfico también pudo tener causales prenatales que impedían la reproducción indígena. En términos de éste experto en demografía histórica, se puede hablar de “confiscación del potencial reproductor” o “confiscación de la demografía indígena”. Esto se refiere mayormente al traslado de mujeres indígenas a centros europeos para su mezcla, generándose una sustracción de demografía indígena. Este factor no genera propiamente un descenso poblacional en general, sino un descenso de la población indígena en particular, en favor del tan extendido mestizaje. También se refiere al traslado de indios varones a la mina, como causa de impedimento para contraer matrimonio y tener hijos. Como es de suponerse, esto permitía la disponibilidad de mujeres indígenas para la reproducción con los conquistadores, en favor del mestizaje. Finalmente puede hacerse referencia al impacto ambiental derivado de la llegada de los españoles. Los conquistadores introdujeron ganado bovino y porcino, así como diversos cultivos como la caña de azúcar y el trigo. Las superficies selváticas fueron rápidamente afectadas en beneficio de campos de pasto y grandes campos de cultivo. Usualmente se ignora el gran impacto ambiental que esto implicó, pudiendo ser un factor importante en el debilitamiento de las condiciones de vida de los indígenas al afectar su estilo de vida.
Conclusión
El desastre demográfico indígena durante el siglo XVI es multicausal y complejo. Aun así, la principal causa es la epidemiológica, mientras que las otras son secundarias o incluso subsidiarias, empeorando la situación ya causada por las enfermedades. La sustracción y el desplazamiento son causas que pueden tomarse en cuenta para un detallado análisis historiográfico, sin embargo, no se puede caer en el enorme equívoco de atribuir, a las acciones de los conquistadores, el título de “genocidio”, tal como las ideologías indigenistas y de izquierda realizan actualmente, sin ningún tipo de rigor histórico ni jurídico.
¿Qué es un genocidio?
El Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, define genocidio como “delito
tendencioso y premeditado que se cumple con el propósito de destruir total, o
parcialmente, un grupo humano determinado” (Ossorio, 1997: 455). Afirmar que, durante
el siglo XVI, hubo un genocidio de la población indígena por parte de los
españoles, implica sostener que las cuantiosas muertes de los naturales fueron
premeditadas por los conquistadores con el propósito de destruir al grupo
humano de nativos americanos. Un absurdo semejante no resiste el más elemental examen
historiográfico. No se requiere de una connotada brillantez intelectual para
apercibirse de la necesidad que tenían los españoles de la población nativa,
razón por la cual, su dramático descenso demográfico, lejos de ser algo querido
o planeado, fue un contratiempo de enormes proporciones para el establecimiento
del régimen virreinal. Sobra, por tanto, refutar las absurdas comparaciones de
este desastre demográfico con los verdaderos genocidios acaecidos en el siglo
XX, principalmente aquellos ocasionados por los regímenes comunistas de Stalin
y de Mao, con cantidades de muertes planificadas y perpetradas intencionalmente
que superan fácilmente la cincuentena de millones, tal como nunca antes se
produjo en la historia de la humanidad.
Glosario
- Demografía indígena: Cantidad y características de la población indígena al momento de la llegada de los europeos, y durante las posteriores décadas. Es importante conocer el porcentaje de la población activa, así como la cantidad de mujeres y de niños. El descenso demográfico no solo implica muertes, sino también descenso en la reproducción indígena, o bien el mestizaje con los blancos europeos.
- Densidad de población: Cantidad de pobladores en una superficie determinada. Para este caso, sirve para calcular la cantidad de población, dada un área: la isla La Hispaniola, por ejemplo.
- Patologías: Las diversas enfermedades que generaron las trágicas e incontrolables epidemias que diezmaron a la población indígena. Entre las patologías epidemiológicas, en el siglo XVI, se encontraban la viruela, el sarampión, el tifus, la escarlatina y la tuberculosis; enfermedades corrientes y letales. Nunca se ha tomado en cuenta la hipótesis muy probable de la presencia de patologías en América anteriores a la llegada de los europeos.
- Cambios ecológicos: Modificaciones en el ambiente causadas por las nuevas formas de producción. La llegada de europeos implicó la ampliación de la frontera agrícola en desmedro de la superficie selvática. Se introdujeron animales y cultivos ajenos al lugar que ocasionaron desequilibrios ecológicos. Es un aspecto que no suele tomarse en cuenta cuando se habla de la supervivencia indígena.
- Migraciones: El impacto europeo (especialmente en el Caribe) generó grandes movimientos humanos, tanto para huir como en búsqueda de recursos que se agotaban por la sustracción del consumo y por los impactos ambientales. Estas migraciones afectaban a pueblos que no habían tenido contacto europeo todavía. Por otro lado están los desplazamientos propiciados por españoles, que buscaban concentrar la población para los repartimientos. Estos desplazamientos trastornaron el estilo de vida de los indígenas.
- Patrones de reproducción: Promedio de reproducción que garantiza el crecimiento poblacional para la siguiente generación. Es un tema íntimamente relacionado con el estilo de vida. El trastorno del estilo de vida con cambios en la producción y en el trabajo, así como los movimientos de personas, generaron un cambio peyorativo en los patrones de reproducción. Con la sustracción del consumo y el desplazamiento, la cantidad de reproducción habría sido afectada, reduciendo la posibilidad de recuperación demográfica inmediata.
- Confiscación de recursos: Es el apropiamiento de recursos naturales y humanos, por parte de los nuevos dominadores. Para sociedades de subsistencia, en las que la producción de recursos cumple cabalmente con su necesidad de consumo, la presencia de europeos que les quitaran ese consumo fue una tragedia. Para sociedades desarrolladas y productoras de excedentes, la presencia europea no afectó su calidad de vida.
Bibliografía
- Bacci, M. (2003). Las múltiples causas de la catástrofe: Consideraciones teóricas y empíricas. Revista de Indias, vol. LXIII núm. 227, 31-48.
- Assadourian, C. (1989). La despoblación indígena en Perú y Nueva España durante el siglo XVI y la formación de la economía colonial. México: El colegio de México.
- Ossorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Buenos Aires, Editorial Heliasta S.R.L., 1997.

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