El desastre demográfico en América durante el siglo XVI: un análisis causal


El presente artículo tiene fin de otorgar un adecuado entendimiento de las causas del dramático descenso demográfico de la población amerindia a lo largo del siglo XVI, con base en estudios historiográficos y estadísticos rigurosos. Sin tener el propósito de pretender zanjar definitivamente este problemático asunto historiográfico, se realizará una breve compilación de los criterios más relevantes en el marco de las investigaciones realizadas al efecto. Para ello, se utilizará el estudio que el experto en demografía histórica, Mássimo Livi Bacci, escribió para la Revista de Indias, intitulado Las múltiples causas de la catástrofe: Consideraciones teóricas y empíricas; así también, el texto de Carlos Assadourian, La Despoblación indígena en Perú y la Nueva España durante el Siglo XVI y la formación de la Economía Colonial. Ambas obras serán utilizadas, sobre todo, por su carácter recopilatorio de los principales historiadores y estudiosos que se han dedicado a esta compleja temática, así como por las novedosas propuestas que postulan.

El punto que debe esclarecerse preliminarmente es que la despoblación no fue un fenómeno homogéneo, ni territorial ni temporalmente, razón por la cual, una explicación monocausal nunca será suficiente para explicarla en su integridad. Existe un error común, de aficionados con ideologías de izquierda o de tendencia indigenista, a imputar los sucesos acaecidos en las Antillas -en un primer impacto sin la legislación de protección a los indígenas que luego se promulgó- a lo ocurrido posteriormente en tierra firme, tanto en Mesoamérica como en los Andes, cuya conquista se produjo después de la promulgación de las Leyes de Burgos (1512) y se alargó hasta la plena vigencia de las Leyes Nuevas (1542). Por supuesto que, sin ignorar los abusos al margen de la Ley, la vigencia de estas normas garantizó un tratamiento más humanitario -aún en acciones de guerra- que aquel tratamiento que recibieron los indios del Caribe, cuando ninguna de estas leyes se había promulgado; y esto incide también en el estudio del descenso demográfico. Por lo tanto se debe aclarar, pertinentemente, que el despoblamiento no fue el mismo en el Caribe que en Mesoamérica, el norte de Sudamérica o en el Tahuantinsuyo. Es un equívoco mayúsculo utilizar las denuncias y descripciones de abusos sistemáticos en Cuba o la Hispaniola, para pretender describir las causas del descenso demográfico en tierra firme. Así también, es un craso error considerar que tales acciones perduraron durante trescientos años, cuando difícilmente puede hablarse que superasen la media centuria.

Existe un presupuesto innegable consistente en la catástrofe demográfica de indígenas del Nuevo Mundo en el siglo posterior al “descubrimiento”. Si bien el contacto europeo pacífico o violento es el causante de este desastre demográfico (desde Las Casas y Oviedo, ningún historiador o cronista la niega), los números son muy discutibles. Hay un desconocimiento de la cantidad exacta de población indígena a la llegada de los europeos, habiendo solo hipótesis especulativas que varían desde 8,4 millones (Kroeber) hasta 112,6 millones (Dobyns). Estas diferencias numéricas muchas veces  tienen que ver con las causas estimadas o con el enfoque historiográfico utilizado. Usualmente, las posturas más indigenistas han procurado exagerar los números para magnificar la dimensión de las pérdidas humanas con la conquista española; mientras que las posiciones historiográfica hispanistas buscaron un mayor realismo que las millonarias cifras emergentes de una lectura literal (sin tomar en cuenta amplificaciones retóricas) de los cronistas religiosos de la época. Sin embargo, según la tesis principal que postula Bacci, estas tendencias tendrían que invertirse, dado que el efecto peyorativo de la ocupación española tendería a ser más agudo en cuanto menor hubiese sido la población a su llegada, y viceversa.

Por su parte, Assadourian coloca como presupuesto la existencia de sociedades prehispánicas densamente pobladas, refiriéndose a Perú y México. Al respecto cabría aclarar que esta densidad poblacional sí encaja para Mesoamérica, mientras que, en el caso del Tahuantinsuyo -con excepción de Cuzco- no existían grandes aglomeraciones humanas, tendiendo más bien hacia la dispersión de las comunidades. Es este el motivo principal por que las epidemias golpearon en mayor proporción y con mayor dramatismo en el Reino de Nueva España, mientras que en el Reino del Perú el impacto, sin dejar de ser catastrófico, fue muy inferior.

Actualmente la historiografía oficial acepta, con pocas excepciones, la tesis propuesta por Vellard en 1956, que alcanzó total aceptación con Borah en 1962, la cual consiste en la afirmación según la cual, las epidemias fueron la principal –o la única- causa del desastre demográfico indígena del siglo XVI. En palabras de dicho autor, se produjo un primer impacto muy brusco entre 1520 y 1550, el cual afectó con mayor intensidad las zonas costeras y fue más leve en tierras del interior o zonas altas; siempre hablando con respecto a la América continental.

Anteriormente, se consideraban más las causas descritas por cronistas religiosos de la época, críticos con la conquista -como Montesinos o De las Casas-, quienes hicieron referencia a los grandes daños y muertes causados por las guerras de conquista y por la codiciosa explotación de minerales, para la que se utilizaba mano de obra indígena sin contemplación ni límite. Los enormes números de muertos que afirmaron, sin embargo, carecen de total realismo… debe entenderse su propósito. Cuando estos religiosos iniciaron una campaña de denuncias orales y escritas contra la conquista y ocupación española en el nuevo mundo, tenían la intención de desprestigiar a los conquistadores y de horrorizar al monarca, a los funcionarios reales y a la población general de la península, en procura de obtener reacciones inmediatas y firmes por parte de la corona. No es de extrañar, por tanto, que incurriesen en multitud de exageraciones. Cuando se estudian fuentes primarias debe interpretarse el propósito del autor, caso contrario hay el riesgo de caer en la trampa de tomar tales datos con absoluta certeza, como si tales cronistas fueran historiadores contemporáneos con exposición de datos precisos.

Los gigantescos números del despoblamiento americano desdicen las hipótesis simplistas expuestas en parte por dichos cronistas y tomadas como bandera por las facciones indigenistas actuales. Ni las guerras, ni la explotación laboral podrían explicar tales cantidades de pérdidas humanas en tan poco tiempo. La causa principal -en un muy alto porcentaje- de este despoblamiento fueron las epidemias, sin duda. Según Assadourian, en el Reino del Perú las epidemias más letales habrían tenido los siguientes lapsos de aparición:
  • Influenza y viruela, entre 1558 y 1560;
  • Viruela y sarampión, entre 1585 y 1591.
Por otro lado, en Nueva España los lapsos más dramáticos habrían sido:
  • Sarampión, entre 1562 y 1564;
  • Matlazahuatl o tifus, entre 1576 y 1579;
  • Sarampión y tosferina, entre 1592 y 1593;
  • Sarampión y Paperas, entre 1595 y 1597.
Se debe aclarar que existe una evidente imprecisión respecto a las enfermedades causantes de epidemias, siendo hasta ahora difíciles de distinguir unas de otras. En relación a esto, Bacci esboza una hipótesis  que nunca ha sido considerada: desde el tiempo de la conquista se suele atribuir las epidemias a la llegada de los europeos y al contacto con indios, sin embargo, se ignora la posibilidad de que ya existieran muchas de esas enfermedades en la América Prehispánica  y que las destructivas epidemias fueran periódicas y habrían ocurrido con anterioridad como en otros lugares del planeta.

No obstante, ambos autores se resisten a una interpretación tan monocausal, inclinándose a escudriñar otros elementos que, en relación con la causa principal de las epidemias, también tuvieron un rol importante en el desastre demográfico de la población amerindia a lo largo del siglo XVI.

Bacci, por un lado, menciona el criterio historiográfico dominante y ya conocido, por el que se considera a las epidemias como la principal y casi exclusiva causa de este desastre demográfico, sobre la premisa de que “los conquistadores eran demasiado pocos como para que sus crímenes causaran un real impacto en la población local”. Por otro lado, sin embargo, Bacci crítica esta versión monocausal y procura añadir otros elementos que, sin excluirla de su rol determinante, ayudan a entender este fenómeno de modo mucho más amplio. Específicamente, Bacci propone que, además de las epidemias, dos factores principales que explicarían el descenso demográfico: el efecto del desplazamiento y el efecto de la sustracción de producción de riqueza. Para ser causas parciales del desastre demográfico, ambos factores deben ser entendidos como dependientes o altamente relacionados a las epidemias, al simplemente agravar el efecto de las mismas. Sin embargo, además de este aspecto, Bacci se concentra en el efecto de estos factores sobre el descenso de reproducción. Por tanto, explica el desastre demográfico, no solo por las mortandades, sino por la falta de reproducción de los indios, a causa del desplazamiento (separación de familias) y a causa de la sustracción de su riqueza. 

Análogo discurso, pero con menor especificidad, es desarrollado por Assadourian quien señala que se debe considerar la migración en dicho descenso demográfico. Tanto la huida de indios para evitar la tributación o los trabajos, como las relocalizaciones de indios para la explotación de minerales, pueden sostenerse como causa de descenso en el nivel de reproducción a causa de la destrucción de núcleos familiares. Asimismo, llama a considerar las diferencias en la mortandad en cuando a edad, género y territorio. Sin duda, el sector poblacional más afectado por el descenso demográfico fue el de los hombres adultos, llegando a alcanzar un porcentaje de mortandad entre el 60 y 75%. Finalmente, hace referencia a la -poco mencionada- resistencia masculina a contraer matrimonio para no ingresar en el grupo tributario, lo cual obviamente incidió en la disminución de la reproducción étnica indígena.  En este sentido, siempre según dicho autor, se debe reflexionar sobre la relación entre las variables demográfica y económica, bajo el entendido de que la implantación de un nuevo sistema económico habría causado una serie de trastornos en la cotidianeidad, las familias y la actividad social, lo cuales, en última instancia habrían afectado peyorativamente al tamaño poblacional, sobre todo en el descenso de la reproducción. Se debe contrastar este criterio con el evidente impacto que el descenso demográfico tenía sobre el aspecto económico, produciéndose un problema de multicoliniealidad, es decir, alta correlación entre variables explicativas. Tal como lo especifica Borah, las mortandades causadas por las epidemias obligaban a reorganizar la base de la producción de alimentos y las formas de obtención de mano de obra. No se debe olvidar que uno de los capítulos más célebres y encomiables de la administración de la corona hispánica, como lo fue el conjunto de Reformas Toledanas, fue gestado principalmente a causa de que el anteriormente vigente sistema económico, laboral e impositivo, no podía mantenerse con una población que había decrecido.

Es pertinente volver a la interesantísima tesis central de Bacci:
-      
       Cuanto mayor es la estimación del número de indios, mayor tuvo que ser su mortalidad en los años posteriores a la conquista, por tanto, habría una cuasi monocausalidad no humana sino epidemiológica.

       Por el contrario, una población mucho menor habría sentido en mayor medida el impacto del arribo europeo, como consecuencia de acciones humanas, como el cambio en el sistema de trabajo y de vida, las arbitrariedades y los abusos.

Evidentemente, para números muy elevados de muertos, la acción de los conquistadores se hace ínfima. La interpretación historiográfica mayoritaria es que las armas de los conquistadores y de los indios colaboradores, los abusos perpetrados y el nuevo sistema de vida y de trabajo, no pueden explicar un descenso tan grande y dramático de la población. Una epidemia, en cambio, puede –en palabras de Bacci- “eliminar de un plumazo” a la mitad de la población, y la siguiente epidemia, de otro plumazo, a la mitad de la mitad que había quedado.

Para esta afirmación, el experto en demografía histórica se sustenta en la siguiente fórmula:
Qp = [(Nc * k * S) + (sNi * S)] / Ni * P [1]

Donde:
Qp = Proporción de recursos absorbidos
(Ni * P) = producto total
Nc = población de los conquistadores.
Ni = población indígena
sNi= población de soporte que garantiza la subsistencia de los conquistadores = (Nc * k * S) / P).
nsNi = Ni – sNi = población de no soporte.
S = cantidad de recursos per cápita para la supervivencia de los nativos = 1.
k * S = cantidad de recursos per cápita para la supervivencia de los conquistadores > 1.
P = producto per cápita de la población indígena (el de los españoles es cero);
a = proporción del producto per cápita destinada a su propia subsistencia. En las economías de subsistencia dicha proporción = 1.
1-a = excedente destinado a las reservas o a la acumulación.
P * a = S.

Es notorio que, en esta fórmula, Bacci incluye los dos conceptos, propuestos por él, como agravantes del desastre demográfico; el efecto sustracción y el efecto desplazamiento. La incidencia de ambos efectos en el descenso poblacional, es justamente calculada por la fórmula propuesta con asombrosa claridad. Sin embargo, previamente es necesario aclarar conceptualmente ambos efectos.

El efecto sustracción consiste en considerar la confiscación del trabajo y de la capacidad de subsistencia de los indios, por parte los conquistadores e inmigrantes españoles, como causal adicional del descenso poblacional. Esta causalidad depende de la naturaleza de las sociedades conquistadas: si son sociedades pequeñas y primitivas que no generan excedentes y no producen más allá de lo necesario para su subsistencia, la presencia del conquistador español o portugués, que les exige alimentos y servicios, les privaría de recursos destinados a la subsistencia, por lo que muchos de sus miembros no sobrevivirían. Si, por el contrario, se trata de sociedades desarrolladas y estatizadas, capaces de generar gran cantidad de excedentes, recaudar impuestos y realizar obras públicas, el consumo de bienes y servicios por los europeos no afectaría en nada a la supervivencia de los naturales, afectando a una pequeña parte de los excedentes.

Como es claro y evidente, el primer caso es propio de lo acaecido en el Caribe y las Antillas, mientras que el segundo es correspondiente con lo ocurrido en la conquista de los imperios Mexica e Inca. Cuanto mayor fuera la población indígena, menor el peso de la confiscación o sustracción. Así también, los primeros años de ocupación, el efecto de la confiscación fue mucho mayor porque los europeos carecían de una capacidad de producción propia. En las sociedades de subsistencia, la confiscación de mano de obra, para el trabajo en minas y el servicio doméstico, tenía efecto dominó, siendo que la producción de alimentos debía cubrir además el consumo de los indios no ocupados en producirlos. Por el contrario, la misma confiscación de mano de obra no afectaba el nivel de vida de los indígenas en sociedades con altos excedentes económicos y con una estructura de producción ya establecida, como es el caso de Mesoamérica y el Tahuantinsuyo.

Por otro lado, se considera el efecto de desplazamiento, que se produjo con los sistemas de producción y explotación de recursos humanos, denominados repartimiento y encomienda. El trabajo en las minas, la concentración en aldeas, las migraciones forzadas y la eliminación de los cultivos tradicionales para grandes plantaciones, habrían alterado el equilibrio de las comunidades indígenas. Estos procesos debilitarían la capacidad de defensa de las comunidades. Según Bacci, el desplazamiento contribuye a la mortalidad, pues, las migraciones causan hambre, la población se debilita por los trabajos en el campo o en la mina y se hace más débil frente a las enfermedades. Asimismo, se debe considerar que las epidemias se propagaron más por la concentración de indios en aldeas que fue requerida por el nuevo sistema. Estos traslados habrían destruido las redes de apoyo y solidaridad, y afectado negativamente en la natalidad. Del mismo modo que en el anterior factor, en los grandes aglomerados de población indígena, el efecto del desplazamiento fue mínimo en el despoblamiento, mientras que en los lugares donde la proporción europeo-nativo era mayor, dicho efecto fue muy relevante. Es historiográficamente y documentalmente verificable que el efecto más peyorativo de los desplazamientos se hizo patente en las islas del Caribe, donde las sociedades eran más primitivas y no tenían aglomeraciones humanas. En Mesoamérica, por el contrario, ya existiendo enormes aglomeraciones urbanas, grandes mercados y un flujo comercial en gran escala, el impacto de las epidemias no requirió de ningún desplazamiento de indios para hacerse amargamente presente.
Queda claro, por tanto, que el impacto de la sustracción y del desplazamiento, solo es considerable en las áreas con sociedades poco avanzadas y no estatizadas, como es el caso de las islas del Caribe, el norte de Sudamérica y sí, también se puede incluir a Brasil. Al ser sociedades sin una gran densidad poblacional, el desastre demográfico causado por las epidemias, agravado con la sustracción y el desplazamiento, fue prácticamente irreversible; resultado de esto es que, en dichas áreas, la mano de obra haya tenido que ser mayoritariamente sustituida por los esclavos africanos. Los casos del Tahuantinsuyo y del imperio Mexica son más bien distintos. La magnitud de dichas sociedades ya estatizadas, organizadas y capaces de generar grandes excedentes económicos para el lujo de sus gobernantes, impidió que existiese un impacto peyorativo real, de la conquista española, sobre su consumo, su calidad de vida y  sus relaciones económicas y sociales. Ya existiendo complejos sistemas de explotación de recursos naturales y humanos en dichos imperios, la llegada y conquista de los españoles solo implicó un cambio de señores que se aprovechasen de los amplios excedentes producidos. Las terribles epidemias, no obstante, disminuyeron igualmente la población, por lo que hacia la segunda mitad del Siglo XVI, se empezaron modificar estos sistemas de producción y explotación.

Haciendo uso de la señalada fórmula se puede realizar una demostración de las afirmaciones sostenidas, para lo cual se pueden utilizar ejemplos puntuales:

En el caso de la isla “La Hispaniola”, el gobernador Ovando llegó a la isla en 1502 con un séquito de 2.500 españoles que se sumaron a unos cientos ya establecidos. La cantidad de españoles ascendería a 3.000 (NC), mientras que la de la población nativa -disminuida a la mitad por la epidemia- sería de 150.000 (Ni). Se puede suponer que cada europeo consumía, en promedio, tres veces lo que un indígena (k*S = 3). Además se debe tomar en cuenta la sustracción del consumo indígena dirigido a indígenas que trabajan en la mina. La sustracción al consumo, sin considerar este último aspecto, alcanza a 12,8 %, siendo grave. Pero considerando este aspecto, tal sustracción llega a 35,9 %, siendo ya insoportable. Sin embargo, si es que se toman como ciertas las hipótesis que colocan hasta 10 veces más indígenas en La Hispaniola, el impacto de la confiscación se hace mucho menor y no habría afectado la supervivencia.

El descenso demográfico en “La Hispaniola” es un tema con mucho debate. Las estimaciones poblacionales van desde un mínimo de 60.000 a un máximo de 8 millones, más de 133 veces. Bacci recurre a vías alternativas para calcular la población: Valora la capacidad de alojamiento de la isla (superficie cultivada, rendimiento) para fijar un tope máximo de población; analiza la organización poblacional, en grupos de algunos cientos en torno a una aldea, bajo un cacique, y calcula el número de grupos a partir del número de caciques en el repartimiento de Alburquerque de 1514 (362 caciques registrados); valora el tributo en oro impuesto por Colón en 1495-96 y el trabajo en las minas donde trabajaba una tercera parte de los varones. Bajo este cálculo, la población al momento del contacto es muy inferior a las cifras millonarias usualmente manejadas; el número estaría entre 200.000 y 300.000 habitantes. Para 1508, cuando llegó Pasamonte -tesorero del Rey-, quedaban 60.000 indios. En 1510, el Repartimiento ordenado por Diego Colón contabilizó menos de 34.000, y en 1514, el Repartimiento de Alburquerque contabilizó poco más de 26.000 indios. Por último, tras la epidemia de viruela de 1518-19 quedaron algunos miles.

En el caso de Mesoamérica la situación es muy distinta al haber sociedades desarrolladas y generadoras de grandes excedentes. Para 1570 la población europea y mestiza ascendería a 20.000, mientras que la población indígena sería de 3,3 millones. Tomando en cuenta que cada español consume 3 veces lo que un indígena, el impacto sería de -0,218, lo que quiere decir que la presencia española no afectó en la supervivencia sino solamente en los excedentes. Por tanto, el impacto en la supervivencia indígena de la ocupación hispánica es cero. Incluso, bajo la hipótesis de que no hubieran excedentes, el impacto sobre la supervivencia llegaría a 0,037, siendo verdaderamente ínfimo. Por tanto, en Mesoamérica se debe buscar obligatoriamente la causal epidemiológica para explicar el descenso poblacional.

Sin duda, pueden añadirse otros elementos que afectaron la demografía indígena durante el siglo XVI. En este sentido, Bacci trae a colación un aspecto que la historiografía tradicional no ha tomado en cuenta. Se ha entendido el descenso poblacional como resultado de múltiples fallecimientos, ignorando que este desastre demográfico también pudo tener causales prenatales que impedían la reproducción indígena. En términos de éste experto en demografía histórica, se puede hablar de “confiscación del potencial reproductor” o “confiscación de la demografía indígena”. Esto se refiere mayormente al traslado de mujeres indígenas a centros europeos para su mezcla, generándose una sustracción de demografía indígena. Este factor no genera propiamente un descenso poblacional en general, sino un descenso de la población indígena en particular, en favor del tan extendido mestizaje. También se refiere al traslado de indios varones a la mina, como causa de impedimento para contraer matrimonio y tener hijos. Como es de suponerse, esto permitía la disponibilidad de mujeres indígenas para la reproducción con los conquistadores, en favor del mestizaje. Finalmente puede hacerse referencia al impacto ambiental  derivado de la llegada de los españoles. Los conquistadores introdujeron ganado bovino y porcino, así como diversos cultivos como la caña de azúcar y el trigo. Las superficies selváticas fueron rápidamente afectadas en beneficio de campos de pasto y grandes campos de cultivo. Usualmente se ignora el gran impacto ambiental que esto implicó, pudiendo ser un factor importante en el debilitamiento de las condiciones de vida de los indígenas al afectar su estilo de vida.


Conclusión


El desastre demográfico indígena durante el siglo XVI es multicausal y complejo. Aun así, la principal causa es la epidemiológica, mientras que las otras son secundarias o incluso subsidiarias, empeorando la situación ya causada por las enfermedades. La sustracción y el desplazamiento son causas que pueden tomarse en cuenta para un detallado análisis historiográfico, sin embargo, no se puede caer en el enorme equívoco de atribuir, a las acciones de los conquistadores, el título de “genocidio”, tal como las ideologías indigenistas y de izquierda realizan actualmente, sin ningún tipo de rigor histórico ni jurídico.

¿Qué es un genocidio?

El Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Ossorio, define genocidio como “delito tendencioso y premeditado que se cumple con el propósito de destruir total, o parcialmente, un grupo humano determinado” (Ossorio, 1997: 455). Afirmar que, durante el siglo XVI, hubo un genocidio de la población indígena por parte de los españoles, implica sostener que las cuantiosas muertes de los naturales fueron premeditadas por los conquistadores con el propósito de destruir al grupo humano de nativos americanos. Un absurdo semejante no resiste el más elemental examen historiográfico. No se requiere de una connotada brillantez intelectual para apercibirse de la necesidad que tenían los españoles de la población nativa, razón por la cual, su dramático descenso demográfico, lejos de ser algo querido o planeado, fue un contratiempo de enormes proporciones para el establecimiento del régimen virreinal. Sobra, por tanto, refutar las absurdas comparaciones de este desastre demográfico con los verdaderos genocidios acaecidos en el siglo XX, principalmente aquellos ocasionados por los regímenes comunistas de Stalin y de Mao, con cantidades de muertes planificadas y perpetradas intencionalmente que superan fácilmente la cincuentena de millones, tal como nunca antes se produjo en la historia de la humanidad.


Glosario


  • Demografía indígena: Cantidad y características de la población indígena al momento de la llegada de los europeos, y durante las posteriores décadas. Es importante conocer el porcentaje de la población activa, así como la cantidad de mujeres y de niños. El descenso demográfico no solo implica muertes, sino también descenso en la reproducción indígena, o bien el mestizaje con los blancos europeos.
  • Densidad de población: Cantidad de pobladores en una superficie determinada. Para este caso, sirve para calcular la cantidad de población, dada un área: la isla La Hispaniola, por ejemplo.
  • Patologías: Las diversas enfermedades que generaron las trágicas e incontrolables epidemias que diezmaron a la población indígena. Entre las patologías epidemiológicas, en el siglo XVI, se encontraban la viruela, el sarampión, el tifus, la escarlatina y la tuberculosis; enfermedades corrientes y letales. Nunca se ha tomado en cuenta la hipótesis muy probable de la presencia de patologías en América anteriores a la llegada de los europeos.
  • Cambios ecológicos: Modificaciones en el ambiente causadas por las nuevas formas de producción. La llegada de europeos implicó la ampliación de la frontera agrícola en desmedro de la superficie selvática. Se introdujeron animales y cultivos ajenos al lugar que ocasionaron desequilibrios ecológicos. Es un aspecto que no suele tomarse en cuenta cuando se habla de la supervivencia indígena.
  • Migraciones: El impacto europeo (especialmente en el Caribe) generó grandes movimientos humanos, tanto para huir como en búsqueda de recursos que se agotaban por la sustracción del consumo y por los impactos ambientales. Estas migraciones afectaban a pueblos que no habían tenido contacto europeo todavía. Por otro lado están los desplazamientos propiciados por españoles, que buscaban concentrar la población para los repartimientos. Estos desplazamientos trastornaron el estilo de vida de los indígenas.
  • Patrones de reproducción: Promedio de reproducción que garantiza el crecimiento poblacional para la siguiente generación. Es un tema íntimamente relacionado con el estilo de vida. El trastorno del estilo de vida con cambios en la producción y en el trabajo, así como los movimientos de personas, generaron un cambio peyorativo en los patrones de reproducción. Con la sustracción del consumo y el desplazamiento, la cantidad de reproducción habría sido afectada, reduciendo la posibilidad de recuperación demográfica inmediata.
  • Confiscación de recursos: Es el apropiamiento de recursos naturales y humanos, por parte de los nuevos dominadores. Para sociedades de subsistencia, en las que la producción de recursos cumple cabalmente con su necesidad de consumo, la presencia de europeos que les quitaran ese consumo fue una tragedia. Para sociedades desarrolladas y productoras de excedentes, la presencia europea no afectó su calidad de vida.

Bibliografía

  • Bacci, M. (2003). Las múltiples causas de la catástrofe: Consideraciones teóricas y empíricas. Revista de Indias, vol. LXIII núm. 227, 31-48.
  • Assadourian, C. (1989). La despoblación indígena en Perú y Nueva España durante el siglo XVI y la formación de la economía colonial. México: El colegio de México.
  • Ossorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Buenos Aires, Editorial Heliasta S.R.L., 1997.

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